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27 de febrero de 2017

Turquía ha ganado una medalla que no lleva aparejada gloria alguna: según el Comité para la Protección de los Periodistas, el país es el mayor carcelero de periodistas del mundo.

Turquía ha ganado una medalla que no lleva aparejada gloria alguna: según el Comité para la Protección de los Periodistas, el país es el mayor carcelero de periodistas del mundo.

A escala mundial, un tercio de los periodistas y personas que trabajan u ocupan cargos directivos en medios de comunicación encarcelados del planeta están en prisiones turcas, la inmensa mayoría en espera de juicio.

Algunos llevan meses entre rejas. En julio, tras un intento violento de golpe de Estado que el presidente y el gobierno atribuyeron a personas leales al clérigo Fethullah Gülen, se decretó un estado de excepción que continúa vigente. Los periodistas vienen siendo objeto de una campaña de represión sin precedentes dirigida contra todos los medios de comunicación de la oposición.

Junto con el cierre de más de 160 medios, el mensaje —y el efecto en la libertad de prensa— es claro e inquietante: el espacio para la disidencia se reduce cada vez más y pronunciarse tiene un coste incalculable.

Ahora sé que me encerraron para enseñarme una lección; y la he aprendido.

Aslı Erdoğan, reconocida novelista
Ahmet Şık

Ahmet Şık: detenido desde el 29 de diciembre de 2016

Ahmet Şık es un experimentado periodista de investigación que conoce bien el enjuiciamiento y la prisión por motivos políticos. En 2011 estuvo encarcelado más de un año por escribir un libro sobre la presunta infiltración en las estructuras del Estado de personas leales al clérigo Fethullah Gülen, en aquel momento aliado del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) en el gobierno, hasta que dejó de serlo.

Luego, el pasado mes de diciembre, Ahmet fue encarcelado de nuevo en espera de juicio, acusado esta vez de hacer propaganda a favor del Partido de los Trabajadores Kurdos IPKK) y de lo que el gobierno denomina FETÖ (Organización Terrorista Fethullahista), supuestamente dirigido por Fethullah Gülen. Inicialmente, Ahmet estuvo dos días en la prisión de Metris de Estambul, en una sucia celda sin agua potable. No le permitieron ver a sus abogados, ni se le comunicó que éstos habían intentado verlo.

En la actualidad, Ahmet está de nuevo en la prisión de Silivri, seis años después de la primera vez que estuvo recluido allí, compartiendo celda con otros dos detenidos. Sólo puede hablar con sus familiares más cercanos a través de una pantalla y por teléfono una vez a la semana, y sus conversaciones son grabadas. No se le permite recibir cartas ni libros.


Condiciones de reclusión en Turquía

En virtud del estado de excepción vigente en Turquía:

– el acceso de los presos a sus abogados está severamente restringido; en el mejor de los casos, pueden tener reuniones vigiladas;

– a algunos no se les permite recibir cartas ni libros del exterior;

– sólo los familiares más cercanos pueden visitarlos una vez a la semana, a través de una ventana de cristal y mediante un teléfono;

– no se les permite relacionarse con más reclusos que con aquellos con los que comparten celda.

Aslı Erdoğan

Aslı Erdoğan: detenida entre el 16 de agosto y el 29 de diciembre de 2016

La reconocida novelista Aslı Erdoğan estuvo casi cinco meses en prisión por su papel como asesora voluntaria y redactora del diario kurdo Özgür Gündem, ya cerrado.

Unos agentes armados con la cara cubierta llegaron a su casa a las 3 de la tarde y estuvieron ocho horas registrándola, examinando sus 3.500 libros y notas de las últimas dos décadas. A pesar de que no encontraron pruebas durante el registro, la detuvieron y la acusaron de delitos de terrorismo.

“En la comisaría me pusieron en una celda de 2 x 4 metros con otras tres mujeres. No tenía ventanas y las luces estaban encendidas todo el tiempo [...] Sólo nos permitirían usar el aseo cuando les apetecía llevarnos, no cuando lo necesitábamos. La primera noche no dormí”.

Cuando Aslı compareció ante el tribunal, esperaba ser puesta en libertad: al fin y al cabo, nunca la habían procesado por ninguno de sus textos, no había hecho nada malo y, como miembro del comité consultivo, no era legalmente responsable del contenido del periódico. Pero el juez ordenó su prisión preventiva. Aslı Erdoğan sufre enfermedades crónicas que han empeorado durante su periodo en prisión.
En prisión, la peor tortura fue el frío a partir de septiembre. Una vez me llevaron a una gran sala con otras 20 mujeres; la presencia de otras personas me mantuvo viva. (...) Desde mi excarcelación no escribo (...). Estoy intentando recuperarme.
Aslı Erdoğa, novelista
“En prisión, la peor tortura fue el frío a partir de septiembre. Una vez me llevaron a una gran sala con otras 20 mujeres; la presencia de otras personas me mantuvo viva”. Aslı Erdoğan está ya en libertad condicional, pero sigue acusada de terrorismo. “Desde mi excarcelación no escribo y creo que no voy a volver a escribir una columna en un futuro próximo. Estoy intentando recuperarme. Mientras estaba en prisión me mantuve; ahora que estoy fuera, he sentido realmente el impacto físico que ha tenido en mí”.

El miedo es paralizante

La erosión de la libertad de prensa no es nada nuevo en Turquía. En 2013, cuando estallaron en Estambul las gigantescas protestas del parque Gezi, un destacado canal de noticias emitía un documental de naturaleza sobre pingüinos en lugar de informar de las protestas. Hubo periodistas que perdieron su trabajo por desagradar a las autoridades. Éstas se apropiaron de medios de comunicación críticos y cambiaron su línea editorial a una más dócil.

Con más de 120 periodistas y otras personas que trabajan en medios de comunicación en prisión, y miles más sin trabajo tras el cierre de más de 160 medios, el efecto de la última ola de erosión de la libertad de presa es evidente: el periodismo independiente de Turquía está al borde del abismo. El miedo a ser encarcelado por criticar a las autoridades es palpable: las columnas de los diarios y los programas de debate de temas de actualidad, muy populares en Turquía, apenas contienen opiniones expresamente divergentes o muy diversas.

LA REPRESIÓN DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN CIFRAS

Nº 1

Turquía encarcela a más periodistas que ningún otro país

+120

periodistas que siguen en prisión tras la represión posterior al golpe

+160

medios de comunicación que han sido cerrados tras el intento de golpe

Ahmet Altan.

Kadri Gürsel: detenido desde el 31 de octubre de 2016

El veterano periodista Kadri Gürsel es uno de los nueve trabajadores del diario Cumhuriyet que fueron encarcelados el pasado mes de noviembre. Lleva 30 años en la profesión, dedicado sobre todo a las relaciones internacionales. En 1995 el PKK lo tuvo secuestrado 26 días, y posteriormente publicó un libro sobre su experiencia titulado Los que están en las montañas.

Actualmente está acusado de delitos de terrorismo por una columna que escribió en julio, poco antes del intento de golpe de Estado, titulada “Erdoğan quiere ser nuestro padre”.

“Si hubiera pruebas para respaldar las acusaciones formuladas contra nosotros, el proceso judicial ya habría empezado […]. El tiempo pasa, nuestro encarcelamiento se está convirtiendo en un castigo”.


En su columna, Gürsel decía que Erdoğan quería imponerse por la fuerza a la población, y sugería que la forma de abordar esto era rechazarlo y rebelarse, como hizo Mohamed Bouazizi en Túnez, que se prendió fuego y desencadenó una revolución que llevó al derrocamiento de Ben Alí, el ex presidente. Gürsel declaró ante el tribunal que el texto estaba escrito en clave de humor negro.

“Mi esposo está pagando un alto precio por pronunciarse. Nuestro hijo de 10 años sólo ha visto a su padre una vez desde que Kadri fue encarcelado, la única vez que tuvimos una visita abierta. No entiende por qué nos pasa esto”
, nos dijo Nazire Gürsel, esposa de Kadri.

“Mi esposo está pagando un alto precio por pronunciarse.

Nazire Gürsel, esposa de Kadri Gürsel

Ahmet Altan: en detención preventiva desde el 23 de septiembre de 2016

Ahmet Altan es novelista y ex editor jefe del diarioTaraf, ahora cerrado. En septiembre de 2016, lo detuvieron junto con su hermano Mehmet Altan, académico y comentarista, y ambos fueron acusados de “enviar mensajes subliminales” a los conspiradores del golpe durante una mesa redonda televisada la víspera del intento de golpe.

Ahmet fue puesto en libertad 12 días después, para ser detenido de nuevo al día siguiente, acusado de “pertenencia a una organización terrorista” y de “intento de derrocar al gobierno”. En prisión, Ahmet está sometido a una prohibición total de comunicaciones escritas con el mundo exterior y a un acceso limitado y vigilado a sus abogados.

“Que yo sepa, a la ley le interesan los actos, identifica un acto que es un delito y presenta la prueba. Me enfrento a una acusación terrible, para la que no hay ni una sola prueba”.

El abogado de Ahmet, Veysel Ok, dijo a Amnistía Internacional: “Los hermanos Altan fueron detenidos —creo que deliberadamente— la víspera de las fiestas del Eid. Luego el fiscal estuvo 12 días de vacaciones, por lo que no se pudo hacer nada para impugnar esta decisión. Yo no pude ver a mis clientes los cinco primeros días”.