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Escuela en Ucrania. La valiente misión de Anna Wright en Ucrania ocupada por Rusia"

Estudiantes de primer grado estudian en un aula establecida en una estación de metro por razones de seguridad. © Vyacheslav Madiyevsky / Avalon

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Entre entrevistas y refugios antiaéreos: El día a día de una investigadora de Amnistía en Ucrania

Por Anna Wright trabaja como investigadora de Amnistía Internacional sobre Ucrania, Bielorrusia y Moldavia,

Anna Wright trabaja como investigadora de Amnistía Internacional sobre Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, y ha investigado recientemente el impacto de la invasión en gran escala de Ucrania —su país de origen— por parte de Rusia.

En este artículo, Anna nos habla de su labor y describe un día en la vida de una investigadora de Amnistía que trabaja en una misión en el terreno.

“Como investigadora ucraniana residente en Reino Unido, no sólo investigo los temas y asuntos relativos a la agresión de Ucrania por parte de Rusia, sino que también me relaciono con ellos y con el país como mi hogar. Eso da una perspectiva diferente a la investigación, creo yo”.

“Llevo varios años trabajando en la defensa de los derechos humanos en Ucrania, y me dedico sobre todo a explorar el impacto de las violaciones de estos derechos relacionadas con el conflicto. Actualmente investigo dos temas: cómo han afectado la guerra y la ocupación a la vida de los niños y niñas y a su derecho a la educación, y los derechos de las personas civiles detenidas por las fuerzas ocupantes”.

“La guerra conduce a abusos por todas las partes. Va más allá de los trastornos obvios, bien documentados, como la destrucción, los bombardeos aéreos, los cortes de electricidad y la falta de comida y de atención médica. De hecho, al detener la educación infantil, Rusia también está perjudicando a las generaciones futuras de Ucrania”.

Testigos de la invasión: La experiencia de Anna Wright, investigadora de Amnistía en el frente ucraniano

Anna Wright trabaja como investigadora de Amnistía Internacional sobre Ucrania, Bielorrusia y Moldavia, y ha investigado recientemente el impacto de la invasión en gran escala de Ucrania por parte de Rusia. © AI

Trabajar en una zona de guerra

“Cuando se investiga en el terreno, las mañanas comienzan muy temprano. Tienes suerte si puedes desayunar. Durante nuestro viaje más reciente para investigar el impacto de la invasión en el acceso a la educación, parábamos en una gasolinera a repostar y comprar algo de comer camino de nuestras entrevistas. Eso significa desayunar un perrito caliente y café de gasolinera. Esta es normalmente la comida principal del día, así que comes lo que hay. A menudo no tenemos tiempo para almorzar.

“Una vez que hemos comido, nos dirigimos al primer lugar para hacer entrevistas. Esto puede ser difícil, pues con frecuencia hay bombardeos aéreos y sirenas, lo que significa que a menudo tenemos que hacer una pausa en nuestras entrevistas para huir a un refugio antiaéreo”.

“Con los bombardeos aéreos toda la noche, día tras día, muchas veces estoy muy cansada. Sin embargo, por cansada que esté, cuando voy a las entrevistas sé que la gente lo está pasando mucho peor. Viven con el miedo constante a los ataques, y a menudo no se sienten a salvo saliendo al exterior, lo que significa que tengo que plantearme hacer entrevistas cerca de un refugio antiaéreo. En medio de todo esto, estoy constantemente contactando con nuestro equipo de seguridad y colegas para que sepan que el equipo está a salvo”.

“Soy consciente de mi posición de ucraniana que trabaja en casa entre personas que soportan un sufrimiento inimaginable a diario. A menudo me siento culpable de estar allí poco tiempo, investigando y recogiendo pruebas y marchándome después”.

“A veces entrevisto a gente en una zona o región y la semana siguiente leo que las fuerzas rusas han atacado esa zona. Cuando ocurre esto, la preocupación puede ser abrumadora. ¿Está bien la gente con la que hablé? ¿Debería llamar? Al llamar desde Londres, me preocupa parecer insensible, pero Ucrania es mi hogar y estas personas son mis conciudadanas, así que me importa mucho”.

Una escuela destruida. La realidad de una investigadora de Amnistía Internacional en la Ucrania invadida

Una escuela dañada por el último ataque con drones rusos se encuentra en el distrito de Solomianskyi, capital de Ucrania. © Pavlo-Bagmut/Avalon

Mujeres en el terreno

“Como mujer que trabaja en el terreno, a menudo hay una presión extra para asegurarme de que la persona a la que estoy entrevistando me percibe bien. Me preparo para cualquier eventualidad. Lo pienso todo con cuidado, desde la ropa que llevo hasta tener suficientes suministros que duren todo el día”.

“Planeo cada paso. Resulta fácil darle demasiadas vueltas a todas y cada una de las opciones, pero puedo hablar con muchas personas que trabajan en diferentes ámbitos. Hay muchas cosas que tener en cuenta. Por ejemplo, puede ser práctico vestir con ropa cómoda, funcional, pero no quieres que recuerde en modo alguno un uniforme militar. Luego, claro, quieres parecer profesional, pero no quieres que te perciban de determinada manera, sobre todo cuando pasas por controles militares. Es un limbo constante de opciones en el que estoy atrapada”.

“También tengo que llevar tentempiés, agua, un botiquín, un teléfono, cargadores, dispositivos de grabación de voz y cualquier cosa que pueda hacer falta. Eso significa que, después de un largo día de entrevistas, paso la mayor parte de las noches trabajando, escribiendo, haciendo tareas administrativas y empacando preparándome para el día siguiente”.

Edificio destruido. Anna Wright en la línea del frente: Diario de una investigadora de Amnistía en Ucrania

Los laboratorios destruidos en el edificio del Instituto de Educación e Investigación de la Universidad de Karazin en los primeros meses de la guerra Rusia-Ucrania. © Vyacheslav Madiyevsky

Implicaciones para la seguridad

“Las implicaciones para la seguridad de trabajar en el terreno en una zona de guerra activa son que informo a seguridad cada mañana y a lo largo del día, compartiendo todos los movimientos para poder mantenernos lo más a salvo posible”.

“Básicamente trabajamos desde las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche en el terreno, trabajando en el coche en el trayecto entre un lugar y otro. Hacemos montones de llamadas telefónicas desde allí: contactando con seguridad, hablando con gente para concertar entrevistas, etc.”

“Por lo general terminamos las entrevistas hacia las 5 de la tarde. Mientras conducimos de vuelta a donde nos alojamos, lo que a veces lleva horas, solemos encontrar un lugar para cenar. ¡Manos mal que Ucrania tiene una comida increíble!”

“Desde luego, el viaje también es divertido. Aprendes mucho más de tus colegas, en circunstancias que muestran la persona real con la que estás trabajando. Intimáis y eso ayuda a gestionar el estrés y el cansancio. Siempre hay algo que ha pasado durante el día que nos hace reír o sonreír en medio del sufrimiento y la pena que presenciamos. Así es la naturaleza de la resiliencia, el optimismo y la ferocidad del pueblo ucraniano”.

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